Escribo historias para que
los niños duerman.
Aventuras escalando montañas
abruptas y caminando por
senderos, bordeados de alamedas
sin dueño.
Recorro lentamente el camino, que lleva
hacía la puerta que conduce al centro
de sus corazones.
Lleno jarrones de flores,
y les recibo con dulces
y hermosas canciones.
Relato poemas como los antiguos
trovadores, para que siempre
disfruten de los mejores amores.
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