En el escaparate de una pastelería,
pequeños infantes pegan la nariz
al cristal para ver sus obras de arte.
Caramelos de todos tamaños y colores,
con formas de bastón y muchos olores,
cálidos y frescos, suaves y eternos,
de café con leche, de chocolate, de fresa y nata.
Siempre los vende el pastelero
en preciosas cajas de hojalata.
Pasteles de tres pisos, de nata
y melocotón.
Y muñecos de anís , con un gran tambor.
Es la pastelería, el país de la ilusión
Muy bonito y musical
ResponderEliminarmuchas gracias por tu comentario ,me alegra que te guste
ResponderEliminarsigue siempre escribiendo. Es gratificante para ti y los que te leemos
ResponderEliminarseguiré haciéndolo porque me gusta,y me permite expresar mis ideas,me encanta tener lectores
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