Mientras se suceden las horas,
lagrimas de luz derrama
la Tierra bañada por el agua
de la última nevada.
Las aves partieron hacia
tierras cálidas, dejándonos
huérfanos de su sutil compañía.
Los caminos ofrecen su esplendor,
ante la dulce blancura y
enamoran a nuestros ojos
asombrados ante el paisaje
del invierno.
Intensidad renovada del
encuentro de nuestras manos,
con el recuerdo intacto de la
luminosidad inmaculada,
de su manto afable y pleno.
Muy entrañable. Me gusta y me encanta comprobar que sigues escribiendo. Gracias
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