Niño de frente despejada, ojos de luna,
despierta del sueño errante.
Mirada, detén tu marcha...
no delates. La niebla cubre el
semblante.
Madre eterna, mientras tu llanto
desborda nuestra memoria,
la lucha de tu cuerpo es vida.
Alma pequeña, luz creadora.
No llores mi niño, moreno y pálido
te espera el canto de la
alondra, que posa su majestad
en la ventana.
Quizás, se detenga mañana.
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