Se acabaron los días
en los que tocabas el sol
con los dedos.
Su caricia permanece
y la luz cambia,
transformando los días
lentamente, finalizando
el preciado estío.
Los árboles lloran ya
su esplendor pasado,
dejando caer sus hojas.
Añoranza de juegos
y risas.
El mar en calma.
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